miércoles, 2 de septiembre de 2009

Dos minutos para pensar

Por
A Dios le gusta sorprender

A nuestro Dios le encantan los disfraces.
Se disfraza de aliento, de soplo, de brisa suave o
viento huracanado.
De zarza ardiendo o nube opaca o luminosa.
De pan, de vino.
De humano..
¡Dios es todo un furtivo!
Lo suyo es sorprender.

No hacer nada como si estuviera previsto,
venir cuando no se le espera,
aparecer donde aparentemente nada tiene que hacer,
utilizar unas ropas que no le conocíamos,
deslizarse entre las páginas de una agenda apretada
en la que parece
que no hay sitio para nadie,
dejarse oir en esa llamada de teléfono enervante,
sonreir al trasluz de esos ojos tan tristes,
pedir ayuda...
¡Ya lo creo que a Dios le gusta sorprender!
Al fin, el amor no es sino la capacidad cotidiana de dar sorpresas:
Cuando no hay sorpresas,
el amor corre grave peligro de apagarse.
Al Señor le encanta sorprendernos.
No para cazarnos,
sino para reavivar nuestra fe vacilante,
para despertar nuestra esperanza,
para disfrutar de nuestro asombro.
No lo olvides::
A Dios le encanta sorprender.
Si te pones a su alcance.
Si te dejas sorprender.
Si, de hecho, ya andas sorprendido por las mil y una sorpresas
que te asaltan en tu vivir cotidiano...

Seguro: ¡Dios está cerca!

2 comentarios :

  1. Buena reflexión. Estoy plenamente de acuerdo con que el Señor sorprende a cada paso que damos. Lo difícil es estar abierta siempre para su visita. Sus sorpresas bien valen dos segundos de nuestro tiempo ordinario.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por enviarnos esta oración que nos recuerda que para dejarnos sorprender por Dios debemos ponernos a su alcance, vivir plenamente la vida que nos ha regalado dispuestos a encontrarle a cada paso y en cada cosa por pequeña que sea.

    ResponderEliminar






Archivo de entradas